Arturo Accio



Atravesando el espejo encontré una pequeña Alicia sin fantasía, lloraba de rodillas sin querer volver abrir los ojos, me dijo que se cansó de mirar los fríos jardines en ruinas y poco a poco desvanecer los colores hasta dejar un entorno de sombras grises, se aburrió de ver a la locura enfermar hasta ser un demonio insaciable con una corona inmaculada que se regocija entre las cabezas de calabaza. Cada gota de sus lágrimas en un abismo interminable se construía a sus pies. Se acercó a tientas, ofreciendo este reino a cambio de indicarle con exactitud el sitio por donde yo había entrado, cosa que hice de inmediato, desde entonces no la he vuelto a ver tomo te a la exacta abrazando a una garza que deja caer boinas por un entarimado que recuerda un tablero. En: Herederos del Kaos...

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